martes, 7 de junio de 2016

De La Recoleta a Palermo

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                                                     Viernes, 7 de Julio de 2006
Hoy por fin pude desplegar una mapa de toda la ciudad encima de la cama y enterarnos de nuestra situación geográfica. Antes de levantarme tuve dolor en las pantorrillas, pero luego de un reconfortante desayuno, las aguas vuelven a su cauce. A la hora de salir del apartamento decidimos darle la vuelta al cementerio por el camino contrario al que siempre cogemos porque teníamos la sensación de que el camino para la casa de V. era más corto por ahí. Llegamos a la puerta del Centro Cultural Recoleta y nos enteramos de su programación y luego como el que no quiere la cosa nos adentramos en un barrio donde se encuentra el Hotel Palace que debe ser el no va más de estos andurriales y que pone de manifiesto  la gran diferencia de clases que existe en esta ciudad, donde dicen algunos parroquianos que ha desaparecido la clase media. Edificios de treinta plantas, no hay locutorios ni maxikioscos, ni basuras, ni kioscos de prensa; las galerías comerciales son el no va más y por allí cerca merodean las embajadas como la francesa a pie de la avenida    9 de Julio en un edificio antiguo que quita el hipo. En cuanto se cruza la Avenida las cosas son ya diferentes, huele  a comida rápida, a gasoil  de los autobuses urbanos que se apiñan unos detrás de otro como si estuviesen compitiendo en una carrera, con esos enormes números para miopes en el frontispicio de la luna delantera: La mayoría son Mercedes Benz y algunos aseguran que tienen un piso superbajo.- En la plaza del General San Martín encontramos a un guía que decía tener ascendencia de la provincia de Burgos y que nos contó el origen de la frase “tomar las de Villadiego”.  Cierta o falsa la historia sirvió para que le diésemos una propina para proteger a no sé que gente de un hospicio o algo similar. La Torre de los Ingleses estaba cerrada y no pudimos visitarla, eso si una llama y dos soldados de uniforme de gala custodiaban el mausoleo de las victimas de la guerra de las Malvinas.- Cercano a este punto en plena Avenida El Libertador ( esa de doce carriles en cada sentido), un par de obreros se afanaban en una obra callejera, algo que nos sorprende porque no se  ve a nadie empleado en estos menesteres. El personal de la oficina de turismo nos da la mala noticia de que no quedan entradas para Les Luthiers – mañana probaremos fortuna para la próxima semana -. Comenzamos a desenvolvernos mejor por las calles y a pesar de que V. se encuentra algo floja en el día de hoy, nos vamos los cuatro al barrio de Palermo a degustar un menú japonés que a mí me deja frío, aunque dicen que alimenta: salmón, arroz, verduras, salsa y otro tipo de pescado en frío, cuesta digerirlo, pero es lo que hay. Otra vuelta por el barrio, algo diferente por la ausencia de grandes bloques, menos tráfico y proliferación de tiendas y cafés peculiares parece ser su característica principal al menos a simple vista. Por aquí nos movemos en taxi y nos llama la atención lo barato que resultan: predominan sobre el transporte privado. Nos recogemos pronto para descansar de la paliza diaria. El taxista nos cuenta que a sus setenta años ha de seguir en el tajo para contrarrestar los 400 pesos que tiene de jubilación ( al cambio cien euros). Lo de siempre.
                                                            

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