Ella sale del portal con la bufanda al cuello y el
portafolios sobre su pecho como protegiéndose de algo. La mirada lanzada al
suelo mostrando el suave colorido que ha puesto en sus ojos. Él espera como
cada día, una mano en la bicicleta y la otra dispuesta a encontrarse con el
suave tacto de la amada. El portal es indiscreto y hasta volver la esquina no
pondrá su brazo derecho sobre los hombros de ella, en la que se acurruca
tímidamente tratando de mantener la compostura. Hablan suave, silabean, con la
mano izquierda dirige el manillar de la bici, tratando de que los pedales no le
den en la pantorrilla. La noche ha sido muy larga, como todas, y los ahorros
van bien; ya queda menos para que se efectúe el sorteo de las viviendas, y con
un poco de suerte y otro de promesas municipales, pueden conseguir que se
acorten los plazos para ese ansiado momento. Mientras tanto ahí están cada
mañana caminando hombro con hombro.
martes, 8 de marzo de 2016
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