miércoles, 23 de marzo de 2016

De la Avenida de Callao al Obelisco

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                                                       Jueves, 6 de Julio de 2006
Como no tenemos claro donde está en Norte y el Sur en esta ciudad, miro todos los días la espalda a los angelitos a ver como se encuentran y por fin descubro a uno  que nos está mirando, o sea, que la orientación del apartamento tiene su gracia.- Decidimos coger por una de esas grandes avenidas ( la de Callao), para buscar la plaza del Congreso, siempre con la inestimable ayuda de esos policías de peto naranja que pronuncian “cayao” con toda la redundancia que ellos sólo saben.- Esta plaza impresiona.- El Congreso es una majestuoso edificio con una tono grisáceo coronado por una soberbia cúpula a cuyas puertas no se puede llegar porque unas vallas lo impiden.- Mirando hacia él, un jinete a caballo de los muchos que adornan las plazas de Buenos Aires y al lado el edificio del Senado, para no tener que complicarse en desplazamientos.- El Sol tiene ganas de acompañarnos y la temperatura en espléndida para andar pateando las calles.- La mochila puede observarse que forma parte de la indumentaria bonaerense y se ve a la gente chaqueteada con su mochila al hombro. Nos viene de lujo porque teóricamente pasamos más desapercibidos.- De allí nos desplazamos hasta la Plaza de Mayo donde coincidimos con una manifestación de “Barrios de pie” que termina ocupando toda la plaza y aledaños, pero que no podían acceder a la Casa Rosa por aquello de las rejas y el cordón policial.- El ambiente era relajado y el resto de la ciudadanía continuaba moviéndose de un lado para otro con toda normalidad.- En esa misma plaza se encuentra la Catedral en la que hay que destacar el mausoleo del General San Martín, libertador, y la preciosa solería en forma de mosaicos.- Por allí cerca accedo a uno de los múltiples locutorios para comunicarme con España a través de interné.- Esta es la forma habitual de comunicación, la gente se pasa el día pegada a los locutorios, el celular (móvil) o a los innumerables cafés y restaurantes donde se come por un precio módico y parece que sale más barato que cocinar en casa.- Comemos en un coqueto bar donde nos ponen de menú del día lo que pudiera ser un cocido madrileño con todos sus avíos, pero sin caldo: Cuando lo vimos llegar por poco si nos desmayamos del susto, de lo que abultaba aquel majestuoso plato; hicimos lo que pudimos, sacando el camarero la conclusión de que un argentino come por dos españoles.- En la calle Florida (como la Sierpes) la gente se multiplica y el mercado callejero llega a su máxima expresión; destaco un aparatejo manual para sacar las pelusas, que hacía el furor de la calle.- Librerías – cafeterías y el no va más: el shopping Pacífico, una galería comercial con capilla sixtina incluida y un Centro Cultural Borges que es una maravilla: de allí salimos con la cabeza caliente ante la incapacidad de asimilar más contenido por el día de hoy.- Destacamos la ingrata tarea de una joven que no paraba de pasar un bayeta quitapolvo del pasamano central, escaleras arriba, escaleras abajo como una autómata: Nos quedamos petrificados ante esta imagen.- Visita a V. paseando por la sombra del Obelisco, al que conocemos ya como si fuera de la familia y poco más, porque acabamos la jornada con una buena paliza en lo alto y el cuenta kilómetros a punto de dar una vuelta de tuerca.- Me cuesta coger el sueño, siento esa sensación entre cansancio y agobio que nunca sabré definir claramente.

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