Jueves, 6 de Julio de 2006
Como no tenemos claro donde está en Norte y el
Sur en esta ciudad, miro todos los días la espalda a los angelitos a
ver como se encuentran y por fin descubro a uno que nos está mirando, o
sea, que la orientación del apartamento tiene su gracia.- Decidimos
coger por una de esas grandes avenidas ( la de Callao), para buscar la
plaza del Congreso, siempre con la inestimable ayuda de esos policías de
peto naranja que pronuncian “cayao” con toda la redundancia que ellos
sólo saben.- Esta plaza impresiona.- El Congreso es una majestuoso
edificio con una tono grisáceo coronado por una soberbia cúpula a cuyas
puertas no se puede llegar porque unas vallas lo impiden.- Mirando hacia
él, un jinete a caballo de los muchos que adornan las plazas de Buenos
Aires y al lado el edificio del Senado, para no tener que complicarse en
desplazamientos.- El Sol tiene ganas de acompañarnos y la temperatura
en espléndida para andar pateando las calles.- La mochila puede
observarse que forma parte de la indumentaria bonaerense y se ve a la
gente chaqueteada con su mochila al hombro. Nos viene de lujo porque
teóricamente pasamos más desapercibidos.- De allí nos desplazamos hasta
la Plaza de Mayo donde coincidimos con una manifestación de “Barrios de
pie” que termina ocupando toda la plaza y aledaños, pero que no podían
acceder a la Casa Rosa por aquello de las rejas y el cordón policial.-
El ambiente era relajado y el resto de la ciudadanía continuaba
moviéndose de un lado para otro con toda normalidad.- En esa misma plaza
se encuentra la Catedral en la que hay que destacar el mausoleo del
General San Martín, libertador, y la preciosa solería en forma de
mosaicos.- Por allí cerca accedo a uno de los múltiples locutorios para
comunicarme con España a través de interné.- Esta es la forma habitual
de comunicación, la gente se pasa el día pegada a los locutorios, el
celular (móvil) o a los innumerables cafés y restaurantes donde se come
por un precio módico y parece que sale más barato que cocinar en casa.-
Comemos en un coqueto bar donde nos ponen de menú del día lo que pudiera
ser un cocido madrileño con todos sus avíos, pero sin caldo: Cuando lo
vimos llegar por poco si nos desmayamos del susto, de lo que abultaba
aquel majestuoso plato; hicimos lo que pudimos, sacando el camarero la
conclusión de que un argentino come por dos españoles.- En la calle
Florida (como la Sierpes) la gente se multiplica y el mercado callejero
llega a su máxima expresión; destaco un aparatejo manual para sacar las
pelusas, que hacía el furor de la calle.- Librerías – cafeterías y el no
va más: el shopping Pacífico, una galería comercial con capilla sixtina
incluida y un Centro Cultural Borges que es una maravilla: de allí
salimos con la cabeza caliente ante la incapacidad de asimilar más
contenido por el día de hoy.- Destacamos la ingrata tarea de una joven
que no paraba de pasar un bayeta quitapolvo del pasamano central,
escaleras arriba, escaleras abajo como una autómata: Nos quedamos
petrificados ante esta imagen.- Visita a V. paseando por la sombra del
Obelisco, al que conocemos ya como si fuera de la familia y poco más,
porque acabamos la jornada con una buena paliza en lo alto y el cuenta
kilómetros a punto de dar una vuelta de tuerca.- Me cuesta coger el
sueño, siento esa sensación entre cansancio y agobio que nunca sabré
definir claramente.
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