Aunque cubras mi cuerpo de cerezas* verso de Gracia Iglesias
Aunque cubras mi
cuerpo de cerezas*,
necesitarás todo tu
ser para conocerme.
No basta un ejército
de diez estrategas,
Más la caballería
jadeante,
Si quieres cada
suspiro de cada poro.
Pasa.
Las puertas están
abiertas a la inexperiencia.
Hazme regaliz y
conviérteme en la senda
De tus caprichos.
Saluda a las
fantasías, dichosas hijas de Eros,
Con sus melenas
impregnadas del cálido
Néctar del deseo; con
sus puntitas bailando
Al son del fuego;
entonando la agradable
Toca-ta y O-bertura en A bemol mayor.
Fíjate en como te
llaman, lamias crueles.
Escúchalas y reposa,
hipocampo exhausto,
En las profundidades
de Tethis,
En el mar tropical
donde gime Caribdis,
Entre remolinos de
algas finas como hilos,
Ocultada entre
acantilados ondulados.
Sosiega tu espíritu
en el mío,
Deja que la bacanal
crezca en nosotros
Hasta hacerse zumo de
uva la boca.
Se dulce, que tus
palabras traigan tiernos
Soplos de Céfiro.
Camélame.
Y, cuando sea la
inocente Kore,
Arráncame la ropa y
hazme sentir
La llama del Hades.
Toma los seis granos
de grosella, siete…
Uno por cada vez que
nos digamos: TE QUIERO.
Mandemos lejos a
Metis,
Hagamos que Pan sea
un mero silencio…
Hasta que las Moiras
llamen.
Entonces, Morfeo será
nuestro celestino;
Tu beso, bálsamo de
la sed;
Némesis, justa: nos
ofrecerá el campo
De las Hespérides
para calmarnos, dichosos
Catadores de ambrosía
–-otorgada por la joven Hebe-,
Nos hará inmortales.
Y cuando dríades
aladas seamos,
Y en par a par
volemos,
Posémonos juntos,
como Urano y Gea,
A contemplarnos.
Aunque cubras mi
cuerpo de cerezas…
De nada te servirán
si no son picotas.
Ángela Ramos González.
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