viernes, 16 de septiembre de 2016

Les Luthiers en Buenos Aires

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                                                   Sábado, 8 de Julio de 2006
De las pocas noticias que nos llegan de España, sabemos que por allí anda el Papa y que los sanfermines han comenzado la absurda cuenta de los heridos por asta de toro. La mañana amenaza lluvia, aunque salimos como todos los días porque la temperatura sigue siendo muy buena. Aquí mismo en las tapias del cementerio se monta un mercadillo, tipo sevillano, donde cada cual vende lo que puede, casi todo artesanal. Adquirimos nuestra primera taza de mate aunque aún no sabemos a que sabe. Descubrimos que tenemos muy cerca la Facultad de Derecho en un edificio antiguo de grandes escalinatas. Vemos la primera bandera española junto a la italiana en una pancarta que cuelga sobre un puente peatonal en la Avenida Libertador. Nos acercamos a la zona portuaria buscando la Reserva ecológica Costanera. Por el camino podemos observar la monumentabilidad de los edificios modernos de gran altura, rectos, de fachadas acristaladas que rompen el cielo con su estatura. Atravesamos en taxi Puerto Madero, lugar lujoso que ya visitaremos y nos adentramos en Costanera Sur. El taxista amablemente nos da un vueltecita por el monumento a los Reyes Católicos, situado en un extremo del Parque y rodeado de un ambiente inhóspito: no hacemos comentarios. Nos encontramos ante la primera laguna y las primeras fotos a unas fochas bonaerenses hambrientas que no les importa estar cerca de la gente. Nos adentramos por una pista de tierra, recorrida por ciclistas y gente practicando deporte entre algún que otro caminante. Entre fotos y paseo agradable llegamos al Río de la Plata, esa enormidad de río con sus olas y buques navegando como en mar adentro. Un parque lleno de boyscauts nos sirve de lugar de descanso y desde allí para no perder las costumbres propias de la gente de Driades, cogemos por el camino equivocado y nos vemos forzados a salir por otra puerta que no pretendíamos. Al poco nos vemos sentados en un restaurante italiano degustando tallarines a los cuatro quesos y merluza rebosada: Todo rico. Culmina el momento con un buen tazón de café y la incertidumbre de saber si los portugueses podrán con los alemanes. Como ya sabemos el terreno que pisamos, nos pasamos por la Avenida Corrientes para sacar las entradas para Les Luthiers y ni cortos ni perezosos las cogemos para este mismo día en vista de que había sitio. Desde que salimos del restaurante la tarde se mete en agua, así que nos refugiamos en nuestra querida Azcuénaga hasta que pase la tormenta. A las nueve de la noche ya estamos arregladitos y dispuestos para asistir a nuestra primera función teatral. El teatro Rex nos espera y aunque no es nada espectacular si es bastante grande y de butacas cómodas aunque no modernas. Les Luthiers están algo más flojo de lo habitual aunque es una gozada comprobar como se les quiere por esta tierra: y por más que el acomodador se empeña en situarnos en los asientos que no nos corresponde, disfrutamos del espectáculo todo lo que podemos. Con esto y un alfajor que nos habían regalado por la calle nos metemos en la cama sin más preámbulos.                                                                       

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