...seré el Aníbal Lécter implacable
que te deje sin vísceras.
Y cumple perfectamente con esa premisa. Hace poco dije en una entrevista que me hizo Manuel Carmona que como lectora soy difícil de seducir (sólo hay que echarle un ojo a la lista de libros que me han marcado, entre los que se encuentra otro de sus trabajos: Tinta en el Almanaque) pero el estilo de Anabel no te puede dejar indiferente.
En cada una de las partes: "Prácticas de anatomía", "deshaucios y franquezas" y "Goteras y otras plagas", nos encontraremos con críticas mordaces, versos afilados y muy visuales. Le da una vuelta de tuerca a las palabras, a lo cotidiano y disfruta, pese a las taras, de la vida. Entre poemas nos confiesa "sólo hablo el lenguaje que me dicta la piel" o que de noche es ella misma.
Tampoco quiero extenderme demasiado porque no quiero desmenuzar aquí el poemario, quiero que lo degustéis vosotros mismos, que lo hagáis vuestro y que volváis a él de cuando en cuando, como si de un manual -para la vida- fuese. Como cierre os voy a transcribir el poema Lapsus Linguae:
Un incómodo insecto,
eso fuiste en mi vida:
un zumbido molesto,
dos o tres palmetazos que de nada sirvieron
y una breve hinchazón pasados unos días.
No dejaste secuelas;
el mundo tiene tantos
moscones
que abundan los antídotos.
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