Y tú, con tu estúpido peinado de James Dean, con la cabeza llena de margaritas o alguna flor extraña, como si pretendieses engañar ¿a quién? Tú y tu estúpida sonrisilla de Amadeus. Ahora te veo sin el velo pintado que lo matiza todo.
A ti, que no sé si me lees pero tampoco me importa.
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